Septiembre de 2023 pasará a los anales del Museo Van Gogh de Ámsterdam como el mes en el que la colaboración de un aniversario con Pokémon Company se convirtió en un caos. Esta asociación, que celebra el 50 aniversario del museo, tenía como objetivo fusionar el arte clásico de Van Gogh con el colorido y divertido mundo de Pokémon. Sin embargo, una decisión aparentemente inofensiva desencadenó una serie de acontecimientos inesperados.
El concepto y el drama
La exhibición, que presentaba obras de arte de Pokémon inspiradas en Van Gogh, atrajo a personas de todo el mundo. Sin embargo, el error fundamental fue asociar la participación con la obtención de una tarjeta Pokémon de edición limitada, en la que aparece Pikachu con un sombrero de fieltro gris, inspirado en el Autorretrato de Van Gogh. Esta carta se ha convertido en la manzana de la discordia, atrayendo a los revendedores como polillas a la llama.
Desde su inauguración, la exposición se transformó en un campo de batalla donde individuos sin escrúpulos competían por estas tarjetas, alimentando un mercado paralelo en Internet con precios desorbitados. El museo reaccionó interrumpiendo la distribución de tarjetas, pero la calma no volvió.
El golpe de teatro
Un nuevo giro ha sido revelado por el periódico holandés Het Parool, informando de la suspensión de cuatro empleados del Museo Van Gogh en relación con la exposición Pokémon. Las suspensiones, que tuvieron lugar a mediados de diciembre, estuvieron motivadas por sospechas de robo de tarjetas y violación del código de conducta.
Un empleado está acusado de robar una caja entera de tarjetas Pokémon, mientras que un veterano de 25 años supuestamente no siguió los procedimientos al informar a sus colegas de los momentos apropiados para obtener boletos y tarjetas. El museo confirmó estos incidentes, subrayando que se trataba de un problema que involucraba a "varios empleados del departamento operativo", incluidos guardias de seguridad y cajeros.
Reflexiones sobre el incidente
Esta colaboración entre el Museo Van Gogh y Pokémon, nacida de buenas intenciones, degeneró rápidamente en una pesadilla logística y ética. Las imágenes del frenesí de septiembre recuerdan más a disturbios que a una celebración de la colaboración artística. Es difícil culpar al museo por no anticipar la magnitud de la reacción del público, pero plantea interrogantes más profundos sobre la seguridad y la gestión de eventos de esta magnitud, especialmente cuando el precio de una tarjeta de colección Pokémon, distribuida en una cantidad limitada, está aumentando prodigiosamente. y los "scalpers" tienen un solo objetivo, recolectar el mayor número posible de ejemplares para revenderlos a precios excesivos.